Cuenta la leyenda que cuando todo el mundo rodaba ya en sonoro, Charles Chaplin era el único que se mantenía fiel al "cine silencioso", en cualquier caso se negaba a los diálogos. En Japón otro director también fue fiel mientras pudo, Yasujiro Ozu, si bien es cierto que en su país el cine sonoro tardó un poco más en implantarse, Ozu fue de los últimos en resistirse a lo inevitable.
"He nacido, pero..." es una película hermana de "Buenos días (Ohayo)", que en la actualidad es más popular, entre otras razones porque es sonora y a color, además hace unos pocos años se reestrenó, junto a "Cuentos de Tokio (Tokio monogatari)", en algunos afortunados cines, dentro de la promoción de la iminente edición en dvd de varias de sus películas (hasta en aquel entonces no se había editado ninguna película suya en España, ni siquiera en vhs, siendo la única posibilidad de ver sus películas comprar las ediciones francesas y verlas subtituladas en ese idioma, con la única excepción de la magnifica "Las hermanas Munekata (Munekata kyodai)", que ya se había editado en dvd en nuestro país).
Tanto en "He nacido, pero..." como en "Buenos días" hay un conflicto generacional entre unos niños que se enfadan con sus padres, ya que no aceptan de buen gusto las reglas de comportamiento de los "adultos", que están descubriendo en su aprendizaje de la vida y socialización. Ambas tienen además un curioso sentido del humor, que arrancan pocas carcajadas, pero que dan a las películas un toque entrañable y alegre.
Centrémonos ahora en "He nacido, pero..." y comencemos por el argumento: Una familia se dirige a su nuevo hogar, sus dos hijos son atemorizados por una pandilla infantil, y deciden no ir al nuevo colegio temiendo ser pegados por sus nuevos enemigos. Su padre se entera de sus "campanas", se enfada con ellos y les obliga a ir a clase. Entonces convencen a un niño mayor para que les ayude, ya que su familia le compra cerveza, y así logran vencer a los abusones y convertirse en los jefes de la pandilla. En la pandilla esta Taro, el hijo del jefe de su padre, que un día los invita a ver unas grabaciones de su padre, donde los hermanos descubren que su severo padre hace el ridículo para contentar a su jefe, así que se enfadan con su padre y hacen una huelga de hambre, llegando a la conclusión de que no volverán a ir al colegio, ya que aunque sean más fuertes y mejores estudiantes que Taro, cuando sean mayores tendrán que trabajar para él porque su padre tiene más dinero. El padre deberá recuperar el respeto perdido de sus hijos, quienes deberán comprender que a pesar de que su padre no es el gran hombre que pensaban, hace lo que puede para seguir adelante y para asegurarles el mejor futuro posible.
Como es habitual en Ozu nos encontramos ante un film costumbrista, que se centra en la vida de la gente corriente y en sus problemas cotidianos, olvidándose del glamour o de la épica típicos del cine.
A medida que veo más películas de Ozu me voy dando cuenta de que el tema principal de todas sus películas es la aceptación, ya puede ser la aceptación de la vida que nos ha tocado vivir, aceptarse a uno mismo, aceptar tu sacrificio, aceptar la diferencia, aceptar al prójimo, aceptar la soledad, etc... por eso sus películas tienen siempre un regusto triste, algo melancólico y cercano, que esta implícito en la aceptación de algo que no quieres aceptar, o que te genera dudas, pero también la calma y la serenidad que da la confianza que acompaña a la aceptación. "He nacido, pero..." a pesar de ser una comedia, también tiene un regusto melancólico, matizado por las sonrisas provocadas por la caracterización del desenfado infantil.
El principal fuerte del film, sobretodo para alguien que no tenga demasiado interés en analizar el lenguaje cinematográfico, es la dirección de los niños actores, con tanta o más gracia que la de "Buenos días", y es que Ozu, tan serio y trascendental como se le supone, sabe atrapar la esencia rebelde y gamberra infantil, criticando sus comportamientos consentidos y caprichosos con mucho cariño, y dándoles la razón en sus quejas y observaciones, de una lucidez reveladora, dejando entender que su descaro proviene de la falta de madurez, pero que en ese descaro hay una visión de la realidad muy abierta y clara. El padre por contraposición es uno de esos personajes grises y anodinos que Ozu construía tan magníficamente en todas sus películas.
Como siempre en Ozu, la película destaca por su sobria planificación, a priori sin grandes florituras técnicas, con un excelente trabajo de profundidad de campo y montaje interno. Pero sorprenderá a los que conozcan su obra posterior la soltura en el movimiento de la cámara, que aquí mueve constantemente, especialmente siguiendo los avatares de los niños, que como todos los niños corren incansablemente, se pelean, patalean, etc... Ozu fue eliminando los movimientos de cámara y las trucas (encadenados, fundidos,...) en su búsqueda de la esencia cinematográfica, pero en su época silente aún los utilizaba, sin que eso eliminase su fuerte personalidad, aún con movimientos esta claro que vemos una película de Ozu, y además los movimientos van a favor del argumento y de los personajes infantiles, siendo en este caso un total acierto. Hay que recordar que en la etapa muda Ozu aún estaba depurando su estilo, ya con gran personalidad, y que su tendencia a eliminar todo lo superfluo iría en aumento, hasta llegar a la austeridad estética de sus últimas, y extraordinarias, obras.
La película también destaca por su estupendo sentido del ritmo, que nunca decae ya que siempre ocurre algo y al final hasta se hace corta. Por no hablar de los intertítulos, con algunos diálogos impresionantes, como cuando el padre con una sonrisa les pregunta a los niños si les gusta el colegio, y los niños con caras de "que pregunta más tonta" (lo de las caras de los niños es impresionante) les responden: nos gusta ir al colegio y volver a casa. El padre sonrie y los niños añaden: lo que no nos gusta es lo del medio.
"He nacido, pero..." es la muestra definitiva de que Ozu ya había alcanzado un gran nivel en el cine silente, y que además de sus reconocidos dramas (en la actualidad) también era capaz de realizar comedias entrañables, con un análisis de la sociedad certero y profundo, pero sobretodo nos confirma definitavamente como era capaz de contar historias cercanas y humanas, y es que como decía el mítico critico Roger Erbert, Ozu es más que un gran director, es uno de los pocos directores que uno podría considerar un amigo.
"He nacido, pero..." no es una buena película, es una obra maestra, palabra muy usada pero que pocas veces adquiere tanto sentido como en esta (en aparencia) sencilla película. Simplemente indispensable.
"He nacido, pero..." es una película hermana de "Buenos días (Ohayo)", que en la actualidad es más popular, entre otras razones porque es sonora y a color, además hace unos pocos años se reestrenó, junto a "Cuentos de Tokio (Tokio monogatari)", en algunos afortunados cines, dentro de la promoción de la iminente edición en dvd de varias de sus películas (hasta en aquel entonces no se había editado ninguna película suya en España, ni siquiera en vhs, siendo la única posibilidad de ver sus películas comprar las ediciones francesas y verlas subtituladas en ese idioma, con la única excepción de la magnifica "Las hermanas Munekata (Munekata kyodai)", que ya se había editado en dvd en nuestro país).
Tanto en "He nacido, pero..." como en "Buenos días" hay un conflicto generacional entre unos niños que se enfadan con sus padres, ya que no aceptan de buen gusto las reglas de comportamiento de los "adultos", que están descubriendo en su aprendizaje de la vida y socialización. Ambas tienen además un curioso sentido del humor, que arrancan pocas carcajadas, pero que dan a las películas un toque entrañable y alegre.
Centrémonos ahora en "He nacido, pero..." y comencemos por el argumento: Una familia se dirige a su nuevo hogar, sus dos hijos son atemorizados por una pandilla infantil, y deciden no ir al nuevo colegio temiendo ser pegados por sus nuevos enemigos. Su padre se entera de sus "campanas", se enfada con ellos y les obliga a ir a clase. Entonces convencen a un niño mayor para que les ayude, ya que su familia le compra cerveza, y así logran vencer a los abusones y convertirse en los jefes de la pandilla. En la pandilla esta Taro, el hijo del jefe de su padre, que un día los invita a ver unas grabaciones de su padre, donde los hermanos descubren que su severo padre hace el ridículo para contentar a su jefe, así que se enfadan con su padre y hacen una huelga de hambre, llegando a la conclusión de que no volverán a ir al colegio, ya que aunque sean más fuertes y mejores estudiantes que Taro, cuando sean mayores tendrán que trabajar para él porque su padre tiene más dinero. El padre deberá recuperar el respeto perdido de sus hijos, quienes deberán comprender que a pesar de que su padre no es el gran hombre que pensaban, hace lo que puede para seguir adelante y para asegurarles el mejor futuro posible.
Como es habitual en Ozu nos encontramos ante un film costumbrista, que se centra en la vida de la gente corriente y en sus problemas cotidianos, olvidándose del glamour o de la épica típicos del cine.
A medida que veo más películas de Ozu me voy dando cuenta de que el tema principal de todas sus películas es la aceptación, ya puede ser la aceptación de la vida que nos ha tocado vivir, aceptarse a uno mismo, aceptar tu sacrificio, aceptar la diferencia, aceptar al prójimo, aceptar la soledad, etc... por eso sus películas tienen siempre un regusto triste, algo melancólico y cercano, que esta implícito en la aceptación de algo que no quieres aceptar, o que te genera dudas, pero también la calma y la serenidad que da la confianza que acompaña a la aceptación. "He nacido, pero..." a pesar de ser una comedia, también tiene un regusto melancólico, matizado por las sonrisas provocadas por la caracterización del desenfado infantil.
El principal fuerte del film, sobretodo para alguien que no tenga demasiado interés en analizar el lenguaje cinematográfico, es la dirección de los niños actores, con tanta o más gracia que la de "Buenos días", y es que Ozu, tan serio y trascendental como se le supone, sabe atrapar la esencia rebelde y gamberra infantil, criticando sus comportamientos consentidos y caprichosos con mucho cariño, y dándoles la razón en sus quejas y observaciones, de una lucidez reveladora, dejando entender que su descaro proviene de la falta de madurez, pero que en ese descaro hay una visión de la realidad muy abierta y clara. El padre por contraposición es uno de esos personajes grises y anodinos que Ozu construía tan magníficamente en todas sus películas.
Como siempre en Ozu, la película destaca por su sobria planificación, a priori sin grandes florituras técnicas, con un excelente trabajo de profundidad de campo y montaje interno. Pero sorprenderá a los que conozcan su obra posterior la soltura en el movimiento de la cámara, que aquí mueve constantemente, especialmente siguiendo los avatares de los niños, que como todos los niños corren incansablemente, se pelean, patalean, etc... Ozu fue eliminando los movimientos de cámara y las trucas (encadenados, fundidos,...) en su búsqueda de la esencia cinematográfica, pero en su época silente aún los utilizaba, sin que eso eliminase su fuerte personalidad, aún con movimientos esta claro que vemos una película de Ozu, y además los movimientos van a favor del argumento y de los personajes infantiles, siendo en este caso un total acierto. Hay que recordar que en la etapa muda Ozu aún estaba depurando su estilo, ya con gran personalidad, y que su tendencia a eliminar todo lo superfluo iría en aumento, hasta llegar a la austeridad estética de sus últimas, y extraordinarias, obras.
La película también destaca por su estupendo sentido del ritmo, que nunca decae ya que siempre ocurre algo y al final hasta se hace corta. Por no hablar de los intertítulos, con algunos diálogos impresionantes, como cuando el padre con una sonrisa les pregunta a los niños si les gusta el colegio, y los niños con caras de "que pregunta más tonta" (lo de las caras de los niños es impresionante) les responden: nos gusta ir al colegio y volver a casa. El padre sonrie y los niños añaden: lo que no nos gusta es lo del medio.
"He nacido, pero..." es la muestra definitiva de que Ozu ya había alcanzado un gran nivel en el cine silente, y que además de sus reconocidos dramas (en la actualidad) también era capaz de realizar comedias entrañables, con un análisis de la sociedad certero y profundo, pero sobretodo nos confirma definitavamente como era capaz de contar historias cercanas y humanas, y es que como decía el mítico critico Roger Erbert, Ozu es más que un gran director, es uno de los pocos directores que uno podría considerar un amigo.
"He nacido, pero..." no es una buena película, es una obra maestra, palabra muy usada pero que pocas veces adquiere tanto sentido como en esta (en aparencia) sencilla película. Simplemente indispensable.
El momento en que los hijos ven a su padre haciendo tonterias para divertir a su jefe, fijaos en las miradas de los dos niños con gorra.
Raúl Ruiz.
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2 comentarios:
"Umarete wa mita keredo" es una de mis película favoritas de Ozu. En cuanto a lo de mi pasado ciclo sobre King Vidor, ¿a qué película te referías "The big parade" o "The crowd"? pues creo que las dos son igual de impresionantes.
Saludos y espero que sigas escribiendo pues me gustan tus articulos.
Salud!
Cristóbal
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